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El campo

y si no te queda claro con esto…

viveza criolla

…Y una vez las partes se sentaron a negociar, alguien allí pidió que se diferencie entre los grandes y los pequeños, y el otro accedió, y entonces volvió a pedir, esta vez que se diferencie entre los cercanos y los lejanos, y el otro volvió a acceder, fue entonces cuando el primero dijo que además quería trato preferencial para otro tipo de productos (como carne y trigo) y otra vez consiguieron lo que pedían.

A esa altura no se conformaron y pidieron también trato especial para las deudas contraidas hace muchos años (cuando la Argentina era otra, sin retenciones)… y el Banco de la Nación les concedió una tasa a la mitad de cualquier otro argentino que va allí en busca de ayuda; pero tampoco se conformaron y sostuvieron que con el actual sistema de retenciones, frente al aumento de precio internacional (tal como la realidad parece indicar) no había límite en la quita, y no parecía descabellado asi que el gobierno también reconoció el error y modificó la tasa de retenciones de tal manera que, aunque el precio internacional duplique al actual, el aumento en las retenciones no subieran al doble sino a la mitad… pero el paro sigue… la pregunta es… ¿quien no cede?

Me dirán: la solucion es simple, quitan las retenciones y todo se termina. Yo contestaría: si por un lado estoy dando todos los subsidios y reintegros, la única forma que tengo para compensarlos es recaudando por otro… se necesitan las retenciones para poder dar todo lo demás que antes pidieron y que se concedió.

Podrán decirme más, por ejemplo, que hubieran empezado por el principio, quitando las retenciones y entonces no eran necesarias todas las demás concesiones… se han escuchado cosas por el estilo.

¿Es tan así?. Por ejemplo el petroleo en el mundo pasó a costar en estos días 125 dólares cuando hace unos años valia sólo 25. A cambio de entregarle las retenciones al campo… ¿queremos pagar el litro de gasoil 2 dólares en vez de 2 pesos?… ¿o la nafta $10 el litro?.

Y si el campo ahora puede exportar libremente sus productos porque en el exterior se paga 3 veces más que aca, ¿también vamos a querer pagar en argentina las cosas 3 veces más de lo que cuestan ahora? ¿O ese dia salimos con las cacerolas porque el precio de las cosas más básicas se van por las nubes y el gobierno no hace nada?… ¿El gobierno no hace nada?… SI, PONE RETENCIONES!!!

Nota el pié: Los sectores del campo han sostenido varias veces en los medios de comunicación que para evitar el avance de la soja, que provoca desabastecimiento de otros productos, las medidas a implementar por el gobierno no debieran ser las retenciones sino el «trato preferencial» (subsidios y quita de impuestos) a los demas productos, para garantizarles una rentabilidad equivalente a la que hoy se obtiene por la soja. Traduciendo: El mismo sector que se opone al «intervencionismo estatal en la economía» para moderar las ganancias extraordinarias en un producto (que se da por un inédito aumento internacional y no interno) es el mismo sector que reclama «que el Estado intervenga» para garantizarle mayor índice de ganancia a través de subsidios. Socios en la pérdida. Solos en las ganancias. ¿Se tratará de la famosa VIVEZA CRIOLLA?

las penas son de nosotros

Durante los últimos meses estamos asistiendo a un mar de palabras que sólo han aportado confusión y desconcierto, por eso consideramos que antes de empezar a hablar es fundamental comprender sobre qué estamos hablando.

En principio… ¿qué son las retenciones?. Se trata de un recurso que utiliza el Estado para equilibrar la proporción de la renta adicional que obtiene el productor por la diferencia entre el costo local (pesos) y el precio internacional (dólares) de los productos.

¿Pero por qué hablamos de renta adicional?. Para expresarlo de forma más clara podríamos decir que se lo llama beneficio adicional o extraordinario, porque se sostiene sobre causas externas en las que no participa el productor, por ejemplo, los elevados precios internacionales por un lado y por el otro con el gasto fiscal que hace el Estado (con el dinero de todos) para sostener un dólar alto y brindando subsidios para abaratar los costos internos.

Ya aclaramos que las retenciones no impactan sobre el lucro o beneficio empresario, pero ¿qué es el lucro o beneficio empresario? Es la ganancia generada a partir de la planificación, la inversión y el esfuerzo del productor. Por este ingreso que tiene relación directa con la capacidad de trabajo, las provincias reciben el dinero recaudado por el impuesto a las ganancias. Como las retenciones se corresponden con las exportaciones, son administradas por el Gobierno Federal, porque la Constitución establece que el Tesoro Nacional se compone de los derechos de la exportación.

Pero el federalismo es otra de las palabras que se viene escuchando y que también ha sido distorsionada. Porque no es federalismo que cada una de las localidades se quede con el beneficio económico de lo que produce. Esa precísamente fue la base del sistema unitario que beneficiaba sólamente a las provincias ricas mientras las pobres resultaban cada vez más sumergidas. Se trata de distribuír las riquezas de forma solidaria para que aquellas zonas menos favorecidas puedan recibir el aporte de las tierras que la naturaleza (y no el hombre) ha dotado con más generosidad.

¿Por qué no nos ponemos de acuerdo?

Porque sólo una parte es la que cede mientras la otra permanece intransigente. Más allá de no aceptar algo básico como el hecho de que a mayor ingreso, mayor es el impuesto a pagar; o no comprender algo lógico como que si el precio de venta al exterior es 300% superior al precio interno, tampoco debería resultar extraño que el monto de la retención se corresponda con ese precio internacional (que aporta la ganancia adicional) y no sobre los valores internos.

Cuando es claro que en los últimos años, a pesar de incrementarse la superficie de siembra, escasean los alimentos, porque lo que se produce que no es lo que consumimos, y entonces la comida aumenta sin límites, no debería oponerse nadie con sentido común (e instinto natural de supervivencia) a que se trate de corregir este desequilibrio que condena al hambre a los más pobres.

Sin embargo lo que el campo reclama claramente es que el Estado no recaude más en donde existen mayores niveles de ganancia y al mismo tiempo propone que subsidie (ellos con eufemismo lo llaman “trato diferencial”) a aquellos sectores agropecuarios que se reducen porque el margen de la ganancia (entiéndase que no hablamos de pérdida) es inferior comparada con la rentabilidad de la soja. La pregunta es ¿con qué subsidiamos si no quieren que se recaude?. ¿O en realidad quieren un Estado socio en las pérdidas y excluído de las ganancias?

La realidad es que frente a un Gobierno que ofrece un dólar alto que se sostiene con el esfuerzo de todos, los subsidios a los servicios públicos, al combustible y a los fletes, las rebajas impositivas, las facilidades crediticias, la pesificación de las deudas contraídas en dólares, los reintegros a los pequeños productores, etc., etc.,… dando muestras concretas de estar dispuesto a reconocer y corregir errores, el campo quiere más… el campo quiere TODO.

vamos al grano

piquete campo kirchner peronismo
Luego de estos últimos años, donde se han incorporado al mercado miles de trabajadores, sumado al crecimiento del poder adquisitivo de amplios sectores sociales, han llevado al límite la capacidad productiva, siendo hoy insuficiente para abastecer el mercado interno, mucho más cuando la exportación de esos productos se ve favorecida por un tipo de cambio muy alto respecto de nuestro peso.

Si uno quisiera rastrear el orígen de esta realidad que impacta sobre el conjunto social argentino, podrá encontrar rápidamente que uno de los factores fundamentales en este sentido es la decisión tomada por el campo de privilegiar el cultivo de soja, favorecidos por el precio que ofrece el mercado internacional, aprovechando que se trata de un producto que puede exportarse practicamente en su totalidad y esto ha derivado en un marcado detrimento de otros productos de consumo interno.

Uno podría decir que se trata de una medida lógica adoptada por el campo, que define su estrategia económica en funcion de aprovechar una coyuntura económica favorable, pero cuando se trata de una medida que impacta sobre el conjunto, no importa tanto la lógica económica como la justicia. Y no hay justicia sin equidad.

Sin dudas la decena de miles de productores tienen derecho a producir de acuerdo a lo que estiman conveniente para su economía personal, sin embargo, valen más los derechos de 40 millones de argentinos que necesitan adquirir sus productos de primera necesidad a un precio acorde con la modalidad de cobro de sus haberes.

En este sentido , y es algo en lo que muy pocos reparan, la misma decisión tomada por el gobierno de elevar las retenciones a la soja determinaban la baja en los aranceles para otros productos, de manera de fomentar o incentivar esa diversidad que, en un plan intergral a mediano plazo, tal como se ha planteado oportunamente, permita superar definitivamente el permanente incremento del costo de vida, producto de una demanda que supera la oferta, en un rubro -como al agrícola-ganadero-, que por las características productivas nacionales, no debería estar sucediendo.

El Gobierno es el órgano que elegimos entre todo para que, a través del Estado se ubique por encima del conjunto social y equilibre, a través de sus acciones, las fuerzas de los que más tienen -que son los menos-, con la de los que menos tienen -que son los mas- y en este sentido, el mismo Estado que asume como su política el sostenimiento de un dólar elevado que beneficia de manera unilateral a quienes exportan (unilateral porque implica tener que subsidiar a vastos sectores de la economía nacional para que los productos internos puedan seguir comprándose en valores inferiores a la moneda extranjera), es el mismo Estado que está habilitado -por no decir obligado-, a ejercer maniobras correctivas que incentiven a una variedad en la producción que equilibre los precios internos.

Hay miles de empresarios del campo que quieren producir para un mercado externo que paga sus productos $3,20 por dólar o $5,00 por euro, pero millones de argentinos necesitamos que se produzca más trigo, maíz, leche y carne para que la inflación no licúe los ingresos de los que menos tienen a partir de un incesante incremento del costo de vida. Esto es imperdonable en un país que fundamentalmente es productor de alimentos, y es el Estado quien debe corregir estas maniobras injustas.

Posdata: El paro como medida de fuerza es el abandono de una actividad como manera de protesta, pero no permitir el libre tránsito de productos que son alimenticios pero que no son agrícolas sino que tienen un proceso industrial que implican un valor agregado del que ellos ya no han participado, excede de manera absoluta la medida original y la transforma en excesiva e injusta. Mucho más cuando en los campos se avanza en las tareas programadas mientras se impide el trabajo de los demás. A esta altura de las circuntancias presenciamos permanentemente en los medios de comunicación que los sectores del campo en vez de hacer paro ellos, obligan al paro a los demas sectores productivos nacionales y lo peor de todo, frente a la impotencia de no obtener los resultados previstos, recurren a la violencia para llevar a cabo el cometido porque los clavos y las rastras utilizadas, son elementos intimidatorios y violentos.

la carne en el asador

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Las principales entidades del empresariado agropecuario acaban de lanzar un paro contra la politica sectorial del gobierno de Cristina Fernández. Las medidas que tanto inquietan a este sector se resumen en un refuerzo de los impuestos a la exportación y en ciertas regulaciones a la comercialización del ganado. El objetivo central es orientar la producción hacia el mercado interno sin por ello perder rentabilidad.

Es completamente falso que con este nivel de retenciones a la exportación los “productores” pierdan plata, lo que pierden, eso si, es la posibilidad de vender en el mercado interno a precios internacionales.

Porque precísamente, no son ingresos lo que faltan, sino inversión productiva por parte de quienes los están percibiendo. Nunca fue tan rentable la actividad agraria, sin embargo, y como siempre ha sucedido en este país, los propietarios de las explotaciones no las conciben como fábricas en las que hay que invertir, sino como fuentes de renta.

En este punto es importante destacar que la prosperidad surge de dos elementos -uno interno y otro externo-, ambos ajenos al esfuerzo de los productores. Por un lado, la paridad 3 a 1, que implica un aumento geométrico de las ganancias empresarias en cada kilo de grano o carne que sale del país. Por otro lado, los precios internacionales de productos agropecuarios que están llegando a niveles excepcionales.

Todo el secreto de la ira del campo está en que el gobierno de Cristina Fernández utiliza las retenciones para redistribuir parte de los ingresos rentísticos de un sector que se quiere presentar como productivo cuando en realidad, ante un estímulo del mercado, ni siquiera piensa que algo debería hacer para abastecer toda la demanda, interna y externa.

Eso los obligaría a trabajar y es demasiado para la ética del rentista. Y así vivimos la vergüenza de que la Argentina tenga 50 millones de cabezas de ganado bobino (cuando hace mucho tiempo ya debería estar en los 150 o 200 millones) y que las usinas lácteas y los tambos sigan extorsionando a la población para vender sus productos en el extranjero.

Ante un mercado demandante, en vez de afanarse por incrementar la producción y aumentar sus ingresos en el marco de la expansión general de la economía, reaccionan con este tipo de medidas, denunciando incluso “ausencia de planificación” en la política sectorial del gobierno, cuando se trata precisamente de los sectores que históricamente se han destacado por representar el “libremercadismo”, definiéndose claramente como enemigos jurados de toda intervención estatal en la economía.

Sin embargo, si los “productores” no responden a los estímulos del mercado, corresponde al Estado intervenir por su poder coercitivo, para favorecer planes de incremento productivo de cumplimiento obligatorio y en este sentido es plausible la medida de un gobierno que plantea terminar con estos especuladores rentistas disfrazados de productores que, con medidas extorsivas, asfixian el desarrollo industrial y hambrean al pueblo argentino mientras se expanden las exportaciones de carnes, granos y oleaginosas.

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